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jueves, 23 de febrero de 2017

Iván Loscher, el rockstar de la radio.

Prensa. @revistaclimax
Su voz le dio cuerpo a la radio venezolana. La publicidad contó con el privilegio de su timbre vocal. La televisión no se quedó atrás. Y la audiencia recibió lo mejor, su profundo conocimiento del ambiente musical global. A la hora de su despedida, de su silencio final, sus colegas y hasta pupilos lo recuerdan por su grandeza

Finaliza la década de los 60. Fenómenos musicales como The Beatles o  The Rolling Stones, conviven con convulsiones sociales derivadas de la Guerra de Vietnam, el movimiento hippie y la protesta. El target juvenil comienza a estar plenamente definido en la radiodifusión y así lo entienden visionarios como Tito Martínez del Box y Oswaldo Yepes quienes, junto al empresario Radamés Lebrón, adquieren la emisora La Voz de la Patria para lanzar desde esa frecuencia la primera emisora dirigida a los jóvenes: Radio Capital. El 23 de septiembre del 1968 comienza a escucharse la promoción “Oigo Radio Capital” y el eslogan “La emisora que hace gustar la radio otra vez” en el dial 710 de amplitud modulada.

En esa etapa de la radio venezolana surge una camada de voces como las de Napoleón Bravo,  Enrique Hoffman, Gustavo Pierral, Marco Antonio “Musiú” Lacavalerie, “Chepo” Bustamante, Capi Donzella, Alfredo Escalante e Iván Loscher, cuyo último suspiro se dio el miércoles 22 de febrero de 2017 más de cuatro décadas después.

“Iván Loscher trabajaba especialmente en las noches, y su horario nocturno al frente de los controles, le permitía colocar extensos temas de bandas de rock británicas y estadounidenses, mientras se ganaba el escarmiento de uno que otro productor de Radio Capital por su osadía, a lo que él contestaba que podía seguir colocando temas de larga duración porque, de acuerdo a su opinión, casi nadie escuchaba su espacio”, relata Rafael Sarría Diaz en el portal radioenvenezuela.com.

Luego llegaron los clientes, que confirmaban una amplia audiencia, y los mejores horarios. Pasó a la mañana, se paseó por la rejilla de programación, compartió con otros en las cabinas de transmisión para nunca dejar de hacerle ojos a su lugar favorito: la noche. De hecho, sus últimas aventuras al aire fueron junto a Polo Troconis en la mañana por Éxitos FM, y también solo, por la noche, con “Por todos estos años”.

En la web de Inspirulina, está un pequeño perfil escrito por él mismo: “Algunos piensan que es un nombre artístico, pero mi imaginación no da como para inventar un nombre tan rebuscado. Como nacer, al fin y al cabo, es un accidente genético, mediante la azarosa comunión de los flujos íntimos de los progenitores que me tocaron en suerte, a la postre, nací en Caracas”. Más tarde, durante una entrevista en Globovisión en 2014, afirmó que “mi vida empezó cuando yo arranqué en la radio, de modo que tengo 40 años de radio y de vida”.

Nacido en la capital de Venezuela en 1946, pasó por la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, de donde le quedó la vena por el análisis de la vida. De allí que escribió varios libros sobre la condición humana y sus circunstancias, pero fue básicamente un hombre de radio, convertido en icono de la radiodifusión nacional.

César Miguel Rondón, quien dio la noticia del fallecimiento de Loscher, se refiere a él como “La voz de la radio” y “El rock mismo en carne y hueso”. “Obviamente nos conocimos en la radio. Pero en una a la que ninguno de nosotros dos pertenecíamos: la FM Cultural de Caracas. Dos o tres palabras intercambiadas en un pasillo mientras, cada uno por su lado, esperábamos estudio. Él era un ícono inmenso. Yo apenas un principiante. Primera mitad de los 70… En ese momento solo intercambiamos un par de monosílabos. Él, por supuesto, no sabía quién era yo. Y yo mucho quién era él”, cuenta el locutor.

Más que conocimientos, Iván Loscher poseía sabiduría, mucha de la cual plasmó en títulos como Alternativas a la imposibilidad de sembrar el petróleo –junto a Juan Pablo Pérez Alfonso-, La venganza de la Momia Azteca, De los problemas reales al narcisismo de Internet y Ella era tan bella que levantaba sospechas, los títulos de sus publicaciones en un formato que se le hizo juguete: el texto escrito.

De otra generación de locutores más contemporánea, Iván Matta recuerda que siempre le impresionó “que pese a tener esas tribulaciones intelectuales, Loscher pudiera apreciar un buen guamazo de procacidad a tiempo”. Destaca, igualmente, su buen humor, “sus ganas de reírse, siempre que pudiera. Era serio, no era un guasón o Er Conde, pero tenía una cuota mínima de risa, aún si estaba de un humor magro”.

Matta destaca que Iván Loscher llegó a convertirse en “una voz pública de la psicodelia y del rock progresivo, en un país que era bastante provinciano en sus gustos, en el que se consideraba ‘muy rock’ cantar ‘I saw her standing there’ en español. Años después, Iván se convirtió en un nodo de proyectos que se movían a su alrededor, y en una especie de sensei errante en la radio juvenil. A todos nos hizo bien”.

César Miguel Rondón rescata tres aportes esenciales de Loscher a la radio venezolana: rigor (“el verbo piratear estaba prohibido en su quehacer profesional”), amor por el micrófono (“sin duda, el mejor locutor de su tiempo en toda Latinoamérica”), y el respeto por el oyente (“yo que tantos programas hice a su lado, siempre sentí que cuando hablaba frente al micrófono era tan humilde y respetuoso como un monaguillo ante un Cardenal”).

Rafael Cadavieco, locutor, músico y productor, que ha mantenido al aire por más de una década el programa El Show de la Mañana, recuerda que Iván Loscher fue el responsable de su paso de Hot 94 a La Mega, aun cuando no fuesen amigos ni se conocieran a fondo. Loscher, eso sí, era su oyente. “Iván estaba adquiriendo mucho peso, tenía un cargo no oficial de asesor, y una relación muy estrecha con Sergio Gómez de Unión Radio”, empresa en la que desarrolló los últimos 25 años de vida profesional compartiendo su sapiencia con la frescura de talentos como Eli Bravo, con quien fundó una de las primeras radios web del país.

El exintegrante de Zapato 3 rememora que, una vez concretado su paso a la nueva emisora, “tuve una súper relación con él porque su programa arrancaba a las 9:00 am, cuando terminaba el de nosotros”. Luego en Miami, Cadavieco ayudó a Loscher a instalar un estudio de grabación. “Consultó conmigo esa posibilidad, y cuando lo hicimos fue un par de fines de semana inolvidable. Él estaba asociado con Eli Bravo. No había pasado un mes y ocurrió lo de las Torres Gemelas (2001), entonces él se frikió por cómo había cambiado la percepción de los estadounidenses hacia los extranjeros y decidió regresar a Venezuela. ¡El gran Iván! ¡Qué tipo! Lleno de anécdotas, cuentos, historias. El único y último verdadero rockstar de la radio. Nos queda disfrutar el legado y enseñanzas que nos dejó”.
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