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El aumento de la temperatura de los océanos, resultado
del cambio climático, constituye una amenaza para los ecosistemas acuáticos y,
en especial, para los animales ectotermos que viven en zonas tropicales. Estos
dependen de fuentes externas de energía para regular su temperatura corporal,
por lo que resultan particularmente sensibles a los cambios ambientales. Ahora,
una investigación, publicado por la revista Scientific Reports, concluye que
este cálido futuro impactaría de forma negativa el desarrollo embrionario de
los tiburones.
Carolyn R. Wheeler y sus colaboradores, de la
Universidad australiana James Cook y la Universidad de Massachussets Boston,
estudiaron la pintarroja colilarga ocelada (Hemiscyllium ocellatum) una especie
de tiburón de pequeño tamaño que habita en las llanuras de la Gran Barrera de
Coral, cuya temperatura oscila entre los 21,7 °C y los 27,9 °C.
Distintos modelos predicen que estas aguas cálidas podrían alcanzar los 31 °C a finales de siglo, por lo que los investigadores incubaron huevos del tiburón a 27 °C, 29 °C y 31 °C. El seguimiento reveló que los embriones crecían a mayor velocidad en ambientes más cálidos. Sin embargo, también consumían los nutrientes contenidos en el saco vitelino con mayor rapidez y los huevos eclosionaban hasta 24 días antes. Asimismo, los neonatos nacían con menor masa, desnutridos y exhaustos.
Así pues, parece que un aumento de la temperatura
oceánica aceleraría el proceso de desarrollo embrionario. No obstante, los
autores consideran que este resultado supone una mala noticia. El agotamiento
del sustento que proporciona el saco vitelino antes de tiempo, implica que el
embrión, no solo nace más pequeño, sino también hambriento y falto de energía.
Además, los tiburones presentaban cambios metabólicos
que afectaban a su capacidad de recuperación tras un esfuerzo. Si a todo ello
sumamos un ambiente hostil, más cálido de lo que esta especie de tiburón puede
tolerar, Wheeler y su equipo prevén un futuro difícil, si los animales no
consiguen adaptarse.
En el pasado, ha pintarroja colilarga ocelada ha
demostrado una gran capacidad de resiliencia, ante cambios en la acidez de los
océanos, o falta de oxígeno. Por lo tanto, los investigadores esperan que este
animal acabe por migrar a zonas más frías o bien modifique sus ciclos de
reproducción de modo que la puesta de huevos, que en la actualidad ocurre en
verano, tenga lugar en invierno.
Otros miembros de la familia de los condrictios, que
además de tiburones también incluye las rayas y demás peces cartilaginosos,
podrían también verse afectados por el aumento de las temperaturas oceánicas.
Así pues, Wheeler y sus colegas avisan: el futuro de los ecosistemas depende de
la salud de las especies que los habitan.
Marta Pulido Salgado
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