Prensa. Especial.
En los tiempos que corren, la comida ya no es solo una forma para abastecerse de energía, sino que ha adquirido un fuerte componente social que determina qué alimentos son buenos y cuáles no lo son tanto.
En esta tesitura, surge el fenómeno de las dietas y demás discursos dirigidos a disuadir a los comensales de consumir alimentos sabrosos, siendo esto debido, aparentemente, a que afectan a la salud.
Un gran número de personas lleva a cabo dietas restrictivas para guardar la línea, pero ¿quién dijo que saltarse la dieta era malo? Tras un experimento que demoró 6 meses, investigadores de la Universidad Estatal de Luisiana, confirmaron lo que muchos venían afirmando: comer algo sabroso de vez en cuando no es tan malo, de hecho, es bueno.
Saltarse la dieta conlleva ventajas para el cuerpo y la mente, ya que supone un descanso tras el estrés de aguantar los deseos por comer:
Beneficios a nivel psicológico
Cuando se incumple la dieta una vez a la semana, se elimina la ansiedad por consumir alimentos sabrosos y se recupera la motivación para continuar comiendo saludable. Por este motivo, muchos nutricionistas son partidarios de la comida trampa.
Beneficios a nivel metabólico
Según científicos de la Universidad de California, el aporte extra de calorías dentro de una dieta baja en grasas supone un desbalance que pone en funcionamiento el metabolismo quemándose así más grasa. Esto sería el llamado metabolismo acelerado.
Un claro ejemplo práctico de esta filosofía son los deportistas, que denominan al día trampa, re-feed day. Para ellos, la ingesta de esta gran carga energética es una forma de tomar fuerzas para rendir mejor en sus entrenos y consecuentemente ganar una mejor definición muscular.
Durante esos días, los deportistas no dudan en acudir a sus restaurantes favoritos y encargar la fast food delivery que más se les antoja, ya que además de ser un momento de disfrute, contribuye indirectamente a la consecución de sus objetivos de salud.
Otros movimientos como la alimentación intuitiva y el body positive también apoyan esta visión, al romper con la concepción demonizadora de la comida rápida y tratarla como lo que es, un alimento como cualquier otro.
Bajo este prisma, es posible disfrutar de una buena ración de costillas, hamburguesas o pollo apanado sin sentir remordimientos, puesto que se incluirían dentro del supuesto de una dieta saludable y un estilo de vida activo.
Para muchos no se limitaría solo a esto, puesto que disfrutar de comidas sabrosas va más allá. Es una buena forma de socializar, desarrollar habilidades en la cocina y, sobre todo, de aportar una alegría semanal libre de prejuicios e inseguridades.
En palabras de la nutricionista y defensora del comer intuitivo Carolina Caligiuri, lo importante es comer en función de lo que pide el cuerpo y eliminar el sentimiento de culpa que tan fuertemente se ha arraigado en nuestra sociedad.
Al final del día, uno se sentirá más feliz, notará una disminución en sus ansias por comer y se encontrará más cómodo consigo mismo. Asimismo, y de llevar un estilo de vida saludable, experimentará una mejora en sus entrenos y una mayor agudeza de pensamiento, al eliminarse rumiaciones relacionadas con el picoteo de alimentos prohibidos.
¿Quién dijo que saltarse la dieta era malo? ¡Nosotros no!
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