Columna crónicas alto apureña por Aljer “Chino” Ereú.
(1)
Es mi pueblo quien escribe
yo solo presto mi mano,
lo de poeta fue el llano
a su antojo recio y libre.
La identidad hace que
vibre
en mi pecho la querencia,
verdadera pertenencia
del sentir guasdualiteño,
motivándome el empeño
que la historia crea
conciencia.
(2)
Hoy les traigo en
referencia
a la vieja Calle Real
histórica y ancestral
de un pasado en
deferencia.
Viene a la reminiscencia
aquellos toros coleados
cuando coleadores
nombrados
demostraban sus hombrías
tumbando cachos esos días
y a La Virgen consagrados.
BREVE INTROITO.-
Cada una de nuestras
calles guarda bajos sus retoques de alquitrán huellas generacionales así como
efemérides, sucesos y diversos fragmentos históricos, elementos que con los
transcursos de las épocas han ido conformado en parte el espíritu y la esencia
de nuestra identidad guasdualiteña. Siendo así, resulta necesario indagar sobre
esos componentes como forma de entender las particularidades que nos
identifican como un gentilicio único y complexo. En ese sentido, se presenta en
los párrafos siguientes una breve historicidad de nuestra principal e histórica
corredera, nos referimos a la Calle Real.
HISTORICIDAD.-
Es con la llegada del
barines José Ignacio del Pumar, Marques de Boconò y Masparro y Vizconde del
Pumar a Guasdualito, a mediados de 1770, que se inicia la refundación del
poblado, trayendo el noble criollo lo necesario, incluyendo linajes puros para
dar cumplimiento a la orden de la Intendencia del Ejercito y Real Hacienda,
como era de allanar y pacificar un territorio desértico, inhóspito e
inhabitable, habitado por indios bárbaros. Don José Ignacio cumpliría de forma
eficiente lo encomendado por la superioridad real, en su visión colonizadora
demarcaría el primigenio asentamiento (Pueblo Viejo) organizando la ubicación
de la plaza e iglesia, dotando de solares y provisiones a sus acompañantes en
la arriesgada encomienda. Entre las normativas del proceso fundacional estaría
la designación de una Calle Real expresada en la Real Orden del 01 de noviembre
de 1751, en ella se establecía para los pueblos del nuevo continente un cordel
principal en honor al rey, a partir del cual surgirían las demás calles, es
decir, esta arteria seria la médula principal del pueblo y el puntal de
expansión. Y efectivamente esto ocurriría pero en el umbral del siglo XX en el
Guasdualito nuevo. Esta auténtica vía sería la escogida por la mayoría de
inmigrantes italianos y comerciantes criollos para el establecimiento de sus
expenderías, las cuales se mantendrían en actividad comercial hasta inicios de
la sexta década del siglo caducado, quedando a los dos laterales lotes de
terrenos baldíos que paulatinamente fueron utilizados para uso residencial y
comercial.
Ahondando en el aspecto
histórico, la más añeja de las calles de Guasdualito tiene sus épicas, como la
del general Valentín Pérez, apodado “El Espaletao”, quien proveniente de México
y llegado nuevamente a Venezuela seguiría en su gesta utópica, cayendo
mortalmente herido de bala en la batalla de Guasdualito de 1913. Referente al
hecho José León Tapia (+) en su obra Tiempos de Arévalo Cedeño, en sus
conversaciones con el viejo capitán Hilariòn Larrarte La Palma, èste le
testificaría: “Eso fue un tiro de mauselin, repetía como explicación el general
Valentín Pérez, cuando alguien miraba con extrañeza su porte con un hombro más
caído que el otro, de donde le colgaba la carabina treinta- treinta que nunca
le faltaba. Esa tarde (Batalla de Guasdualito de 1913) estaba eufórico, aperado
con montura pico de plata y cabezada de lujo, al cinto la gran pistola de
cachas labradas, y en la mano izquierda una varita de chaparro larga y flexible
que reafirmaba sus gestos, al levantar la voz, diciendo: vamos pa´lante, para
La Calle Real, y como si fueran uno solo obedecieron sus soldados para
desparramarse en silencio por el sendero de polvo y casas encaladas, pávidos de
susto sus habitantes. Adelante Valentín Pérez, varita en mano señalando el
camino, hasta ponerse a tiro de fusil…Iba ciego es la verdad, por eso los
balazos le parecían pájaros de vuelos fugaces, y los gritos desgarrados de los
heridos vítores de triunfo como los escuchado en Torreón (Mex). Levanto la
varita y fue como si llamase la bala, porque un plomo candente le partió el
corazón. Cayo de bruces en la tierra…y solo tuvo tiempo para gritar: ¡Viva La
Patria! Un soldado que iba a su lado, se detuvo, lo miro y exclamó: ¡Carajo nos
mataron el alma de la revolución! (Fin de cita).
En el contexto anterior,
otro personaje que expiraría por la carrera a pocos metros de la iglesia sería
el boticario Silverio Agüero, pero en la batalla de 1921. El día de la refriega
tropas revolucionarias comandadas por el doctor Roberto Vargas (a) “El Tuerto”
(comandante en jefe), secundado por Fermín Toro (jefe de estado mayor), general
Emilio Arévalo Cedeño (jefe de la primera división), general Pedro Pérez
Delgado (jefe del batallón Aramendi) entre otros homéricos intentarían sin
éxito tomar la plaza del poblado, la cual estaba defendida por 270 hombres bien
apertrechados en el Cuartel Militar (hoy Casa de Gobierno) comandados los
mismos por los oficiales gomecistas: general Benicio Giménez, coronel Antonio
Pulgar y coronel Jesús Antonio Ramírez. Treinta y seis horas de plomo limpio
con los Winchesters 30-30, y el continuo relampagueo de los machetes Collins
fueron más que suficiente para inundar las cuatro calles de tierra del pastoril
y apacible pueblo con la hemoglobina humana, un légamo rojo bautizaría con
espanto el nacimiento del día más tenebroso y mortal de nuestro pueblo, muertos
de uno y otro lado, cuerpos sin cabezas y mutilados, paredes de barro
agujereadas por el plomo darían cuenta de lo sucedido, una escena de horror
sacada del mismo infierno, con muchos costos impagables como fue la pérdida del
boticario Agüero, muerto por error de un certero plomazo al cruzar la Calle
Real, cuando se dirigía a prestar los primeros auxilios al doctor Ricardo Arria
Ruiz, caería el herbolario entre las casas de Francesco Guarino y la del
coronel Natalio Matute.
Desde el periplo fundacional hasta finales de la cuarta década del siglo pasado se mantendría la designación como Calle Real. Como primigenias familias de la carrera es necesario mencionar a los Grieco, García, Roca, Abunassar, Carpio, Fuentes, Panza, Trejo, Ortiz, Stella, Guarino, Bocaranda, Braidy, Bocaranda, Sosa, Laporta, Moreno, Gutiérrez, Filardo, Galvis, Ruiz, entre otras dignas prosapias. Al costado derecho se ubicaría la iglesia Nuestra Señora del Carmen, con los posteriores anexos de La Placita Páez y el Colegio Santa Rosa de Lima, casi en la transversal al templo católico en intercesión con la hoy la calle Bolívar se localizaba la casona La Guariqueña, propiedad de Enrique Hurtado, esmerado hombre venido de Guardatinajas (Gua) bautizada con ese cognomento por ser la morada permanente de sus familiares guariqueños, allí funcionaria con regularidad la farmacia Apure. Diagonal al negocio de Elías Galvis se situaba la Logia Masónica, ubicándose a pocos metros pero del otro lado la primera planta eléctrica operada por el laborioso y comedido Guillermo Gutiérrez. Sería para 1949 por iniciativa del concejal Vicente Guevara que se toma en cuenta el cognomento de Avenida Miranda, en tributo al prócer nacido el 28 de marzo de 1750, y del que para 1950 se cumpliría el bicentenario de su natalicio. La propuesta fue aprobada por unanimidad por el resto de los ediles, sin embargo, por los continuos años y aún con la nomenclatura urbana de 1962 se continuaría conociendo como la Calle Real. Para las festividades de la Señora del Monte Carmelo, era fiel la tradición de efectuar en la calle los toros coleados, en símil no distante con las localidades españolas, en donde por la Provisión de la Real Cancillería de 1525 se estipulaba la costumbre de la tauromaquia. Pasarían algunos abriles, vendría un rápido crecimiento del pueblo, y la necesidad de expansión, se extendería la Avenida Miranda de norte a sur, agregándosele el tramo del terraplén de El Gamero y el empalme conocido como el terraplén de los chiguires. Calle Real y Avenida Miranda, diferentes designaciones para una importante avenida histórica de nuestro pueblo, el pueblo bueno.
ALJER “CHINO” EREÙ.
COLUMNA PRESENTADO POR:
MR. WOK DELISS APOYANDO
NUESTRA LABOR HISTÓRICA
Aplaudamos el sentido de
pertenencia e identidad de esta importante empresa gastronómica, en respaldo a
nuestro programa de siembra histórica
cultural. Es Mr. Wok Deliss, el
auténtico sabor de la comida china en Guasdualito. Ubicados en Urbanización Altos de Periquera, Calle 3
entre Carreras 1 y 2. Pueblo Viejo. Guasdualito. Pedidos a través del WhatsApp 0414-7398853.
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