COLUMNA. Crónicas Alto Apureñas. Aljer “Chino” Ereú.
Mi pueblo hoy
quiero decirte:
no olvides a
tus hijos buenos,
los que
pisaron tu suelo
y un día
tuvieron que irse.
Partieron sin
despedirse
dejando buenas
acciones,
llegaron de
otras regiones
a servirte con
fervor
como aquel
agrimensor
llamado
Rodolfo Pozsonyi.
BREVE
INTROITO.-
Como no
escribir sobre este personaje, un Tales de Mileto, quien por sus sergas, merece
página aparte para que su resumen curricular y biográfico sea incluido en todas
las estampaciones históricas y culturales referentes a nuestro pueblo y su gente. Rodolfo Pozsonyi,
húngaro de nacimiento, pero guasdualiteño de corazón, que llegaría a quedarse
en la ferviente tierra alto apureña, encontrando en ellas no sus planicies
panonicas como en la Europa Central, pero si extensas y glaucas llanuras
que le abrirían sus brazos con deferencia; como recibiéndolo para no dejarlo
regresar a su entrañable Hungría. Y
quedó el hálito de este agrimensor de profesión fusionado con el sotavento
sararino, y sus sendas etéreas, transitando con pasos impalpables y perpetuos
las calles que ayudo a revestir de alquitrán viscoso; las mismas que
enmudecieron por la metempsicosis pueblo- ciudad, pero que despiertan en las
umbrosas noctámbulas como reclamando la presencia de quienes un día estuvieron,
pero que un día por predestinación también partieron. En deuda estaba quien
escribe con la memoria de este hombre de
vanguardia y avanzada, a quien el pueblo de Guasdualito y el municipio Páez
deben mucho, desconociendo las noveles fecundaciones su importante aporte por
el progreso de nuestra tierra, resultando acreedor de la correspondencia y
gratitud de un pueblo que no siendo suyo hizo suyo.
RESUMEN DE
VIDA.-
Rodolfo Pozsonyi llegaría a la vida física el día 24 de febrero de 1922 en la población de Karad (Hungría) territorio perteneciente a los estados austriacos, tierra ancestral fundada por Atila El Huno. Su infancia transcurre en su pueblo natal, rodeado de colinas premagiares y la apacibilidad campestre. Ya graduado como ingeniero de caminos cumpliría con otras facetas, entre ellas: sobresaliente estudiante en el Conservatorio Real de Viena, en las especialidades de canto y violín, plurilingüe esmerado, dominaba a la perfección el húngaro natal, alemán, inglés, latín y castellano. Iniciando la cuarta década del siglo pasado comienza su agitada historia. En 1940, bajo la presión de Alemania, Hungría se adhiere a las Potencias del Eje, sus gobernantes esperaban evitar la intervención directa en la guerra, pero ésta pronto se hizo ineludible. En 1941 las fuerzas magiares participaron en la invasión de Yugoslavia y en la invasión de la Unión Soviética. En estos sucesos históricos contemporáneos participaría el joven piloto Pozsonyi. Terminado el conflicto bélico decide emigrar junto a su cónyuge María Zagora y su pequeña hija María a Venezuela, país sureño que abría las puertas de par en par a inmigrantes visionarios en búsqueda de mejores oportunidades, en su nueva patria nacerían sus hijos: Mito, Shandor y Bunny.
Finalizando la
década del 40 del siglo pasado, luego de un arduo itinerario la promisoria
familia llega a San Fernando de Apure, capital del estado occidental
venezolano. Cumplida eficientemente su labor en la cardinal llanera es enviado
para labores especiales a Guasdualito, apartado pueblo rural que para la época
luchaba por abrir la ventana del progreso. En la antigua Periquera se radica
por la tradicional y folklórica calle Cedeño. En su nuevo pueblo se encargaría
de la dirección de la oficina del Ministerio de Obras Públicas (MOP), en este
ente gubernamental su arquimedeica y micénica preparación como experto
agrimensor y gerente público le granjearía el respeto y admiración no solo de
sus trabajadores, sino de un pueblo que vio en su nuevo hijo adoptivo a un
hierático idealista.
En más de tres
décadas sus responsabilidades y actividades concernientes a la infraestructura
pública fueron notables. El almirante Miguel Padilla, amigo del biografiado nos
refiere: Rodolfo se vio involucrado en
cuanta obra se hizo en Guasdualito desde los años 50 hasta los 80. Otros
contemporáneos locales igualmente lo conmemoran por su empeño en dejar un
legado tangible de modernidad a su
pueblo. Parte de sus trabajos están reflejados en proyectos como la
pavimentación termital (con hormigueros)
del aeropuerto Vara de María, asfaltados
de importantes vías que conectan a la capital del municipio Páez con El Amparo,
Elorza y San Fernando, diversos pasaderos (puentes) en el medio urbano y rural,
obras de prevención de inundaciones del
río Sarare, mediante unas armadores de rieles de tren que una vez
colocados en las orillas de la cuenca
se recubrían con madera de desecho hasta
formar una valla de relleno, lo que permitía que el río apresara otro cause, obras difíciles
en una época difícil en las que el mismo Pozsonyi fungía como ingeniero,
topógrafo, inspector de obra, maquinista y obrero; además de esto, ejecutor de
programas de arborización preventiva como el sembrado de la valiosa especie
vegetal teca en el bordeado de la
carretera Guasdualito-La Pedrera, pionero en la introducción de la ganadería
bufalina en la región, profesor de inglés en el excelso paraninfo Liceo
Libertador, todo ello demuestra la calidad
humana de este húngaro-venezolano-guasdualitense.
De profunda fe
católica y poseedor de magnánimos valores familiares y sociales, infundiría a
sus hijos lo digno como icono necesario para salir adelante y ser ciudadanos
garantes y productivos. Su hija Marita, empresaria turística, radicada en el
estado Trujillo, refiere lo siguiente sobre su progenitor: Un ser humano con
grandes valores morales y religiosos, con un gran corazón, amaba a Guasdualito
con todo su ser, su honradez y deseo de servir fueron su norte. Me siento muy
orgullosa de mi padre, pues sus valores morales y religiosos fueron lo primero
en su vida (…)
Como anécdota conocida. Ya en sus años de
retiro dedicado a la explotación del ganado bufalino en su finca Paramaconi
ubicada en el sector Las Monas, sería víctima
de un secuestro por parte de un grupo subversivo que, ingresaría al
feudo al mismo momento que lo hacia una comisión policial; los insurrectos en
mayor número someterían al grupo de policías, no sin antes haber enfrentado la
decisión y valentía de Rodolfo Pozsonyi. Su último deseo algente era que
llegada su entrega a la eternidad su cuerpo fuera enterrado debajo de un
frondoso samán en su posesión Paramaconi, seria en su Guasdualito querido su siembra
mortal, allí descansan sus restos en el
cementerio municipal, mezclados con la ígnea tierra que lo albergó en casi toda
su vida.
En cuanto a su
querida esposa Maria Zagora Székely, ella también fue una gran hija adoptiva de
Guasdualito , vivió y murió amando a
este pueblo. Su vida al lado de su esposo fue integra, dada a su familia. De
lejanas tierras, nacida en Transilvania (actualmente Rumania) el 27/02/1926,
hija de un inventor y químico alemán y de madre húngara descendiente la de
nobleza austrohúngara. Esta emprendedora mujer ganaría en dos oportunidades
consecutivas el Premió Número 1, como la mejor vendedora y Supervisora Mundial
de la empresa Avon en los años 80,
recorrería varios países en agenda ejecutiva. Moriría en las serranías
trujillanas, acompañada hasta sus últimos días por sus hijos.
Lo escrito en los párrafos anteriores sobre
este heterogéneo y buen hombre, ha sido para quien escribe, como guasdualiteño
con identidad y pertenencia: un gesto de gratitud por su aporte como persona y profesional, un
ser humano que contribuyó con hechos notorios al progreso de nuestra vehemente
tierra. Llegado el momento su epítome biográfico estará incluido en edición
impresa, y su evocación honrada en un centro cultural, bien sea en algún museo
o centro histórico local, así como la
honra a las memorias de tantos
guasdualitños merecedores de gratitud y de no ser arrasadas por Lete, la diosa
oceánida del olvido.
ALJER “CHINO”
EREÙ.-.
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