Mantener en armonía el pH ácido de
la piel, implica no solo identificar los factores internos y externos que
degradan nuestra barrera protectora cutánea, exponiéndonos a infecciones de
todo tipo. El uso de productos científicamente certificados también es de vital
importancia para estar protegidos.
Prensa. Leonisia Cusati.
Últimamente
el clima tiende a ser impredecible y esto, aunque parezca exagerado, puede
afectar la salud de nuestra piel, ya que los cambios estacionales son un factor
clave que incide en su sensibilidad. De igual manera, exponernos a limpiadores
de dudosa calidad, jabones detergentes, perfumes e incluso el lavado excesivo,
altera el pH de la piel eliminando las grasas naturales y exponiéndonos a
infecciones de todo tipo.
Para entender
este concepto es importante recordar que el pH es la medida del grado de acidez
o alcalinidad de una sustancia en una escala de 0 a 14, siendo 7 el pH
químicamente neutro. Todo lo que esté por encima de 7 es alcalino y por debajo
se considera ácido.
La piel es
ácida por naturaleza
Nuestra piel
está recubierta de un manto producido por ácidos grasos. Esa acidez nos
confiere una protección natural que ayuda a preservar la barrera cutánea al
mantener un pH ácido de entre 4.75 y 5.5 aproximadamente. Algunas áreas, como
los pliegues axilares e inguinales, suelen tener un pH más elevado (6 a 6.2),
porque están sujetas a un microambiente con poca ventilación y luz.
El pH natural
de la piel, además de crear el ambiente propicio para mantener la flora
bacteriana normal, ayuda a preservar la primera línea de defensa contra agentes
externos agresivos. “Si tienes la piel alcalinizada estará reseca, perderá más
agua y su microbiota natural se alterará, haciéndose mucho más susceptible a
infecciones bacterianas, parasitarias y virales”, advierte la doctora Mara
Loyo, especialista en dermatología clínica, quirúrgica y estética.
Indica que,
entre los factores internos que pueden alterar el pH de la piel, se encuentran
enfermedades como la dermatitis atópica, pero también hay aspectos propios de
la naturaleza de los individuos como la pubertad, el embarazo y la menopausia,
que tornan la piel más o menos ácida, según la persona.
Por otro
lado, señala la especialista que la obesidad también está relacionada con
cambios en el pH de la piel llevándola hacia lo alcalino. Además, existen
factores externos como la suciedad, el lavado excesivo y el uso de cosméticos
alcalinos, entre otros, que pueden modificar negativamente el pH de la piel.
“Ciertos
medicamentos como los diuréticos y algunos antibióticos, así como la
quimioterapia y la diálisis, pueden alterar el pH al cambiar las condiciones
bacterianas de la micro biótica”.
El pH neutro
es alcalino para la piel
Señala la
doctora Loyo que muchas personas, por su salud, aseguran utilizar un jabón
neutro. Sin embargo, explica que si ese jabón efectivamente es neutro y el pH
de la piel es de 4.75 a 5.5, “están utilizando un producto con un pH 7 que
resulta alcalino para la piel”. Advierte que se requieren productos que no
lesionen o alteren el pH, por lo que estos no deben ser alcalinos sino ácidos,
de entre 5 y 5.5.
Los jabones
con detergente, que producen una gran cantidad de espuma, necesitan sustancias
alcalinas para captar la grasa y el sucio. “En general todos los jabones
detergentes son alcalinos”, afirma la especialista.
Sin embargo,
señala que en las últimas décadas la industria biocosmética ha desarrollado
productos limpiadores sin detergentes, conocidos como Syndet o “jabones sin
jabón”, pues no producen espuma, pero tienen la capacidad de captar sucio y
grasa de forma menos agresiva, conservando el manto hidrolipídico de la piel.
“El concepto de la limpieza asociado a la espuma tiene que cambiar, porque está
anclado a una generación que siempre se bañó con jabones detergentes, incluso
con jabón azul”.
Recomendaciones
para mantener el PH de la piel
Indica la dermatóloga
que, para proteger y conservar el pH, se deben utilizar productos ácidos que
estén en armonía con la piel, como por ejemplo Cetaphil® loción dermo
limpiadora, que preserva los lípidos de la piel y Cetaphil® Restoraderm, que
incluso va más allá de preservar el manto hidrolipídico, al aportar ácidos
grasos esenciales durante la higiene.
Asimismo,
comenta que, si se trata de un paciente con dermatitis atópica, el déficit de
lípidos para el correcto funcionamiento de su barrera cutánea, es parcialmente
solventado por el Cetaphil® pro AD. “Si mantenemos esta barrera cutánea con una
humectación adecuada, el pH siempre va a ser óptimo, con una microbiota cutánea
también óptima que nos va a proteger de las agresiones del medio ambiente
externo”, concluye la especialista.
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