Columna
Crónica Alto Apureñas. Aljer “Chino” Ereú.
HIJOS BUENOS DE UN PUEBLO BUENO
FRANCISCO ANTONIO PADILLA
(TOCO TOCO)
Brevísimo
prefacio.-
Alegóricamente
nuestro corpóreo es légamo, pues si Dios creó al hombre modelándolo a partir
del barro, haciéndolo semejante a Él, entonces el hombre viene de la tierra, a
la que vuelve finalizado el tiempo del empréstito vital, dejando luego de las
postrimerías: hojarascas de recuerdos que se levantan con la favonia mustia y
jadeante de la reminiscencia hierática, y resultaría en extremo una desafección
considerable, que este pueblo olvidara a sus hijos buenos, y que los hijos
buenos olvidaran a su pueblo.
TOCO TOCO
PADILLA
Vino al mundo
Toco Toco
a dejar
huella en el tiempo,
hombre de
corazón abierto,
magnánimo
como pocos.
“Por ser el más alto de la familia, mamá lo hacía agachar para darle coscorrones como castigo, y le decía “toco toco”; es mi versión, porque nos llevábamos varios años (14),cuando tuve uso de razón ya le decían Toco Toco”. Quien así se expresa es el almirante Miguel Padilla Hurtado, hermano de Francisco Antonio (Toco Toco), personaje muy recordado por varias generaciones de guasdualiteños, serpollo de don Francisco Miguel Padilla Zapata y Carmen Cecilia Hurtado.
Otro entroncado directo, Carlos Eduardo Padilla lo recuerda de esta forma:
“De mi tío Toco difícil decir poco, difícil distinguir si era un niño grande, un gran hombre a la vez, una conjugación de gentileza, generosidad, simpatía, actitud positiva....etc....algunas de sus virtudes: persona elogiosa y exigente como educador, banquero, amante del campo y la naturaleza, actividades que compartía con la ciencia farmacéutica, siempre presto para la ayuda solidaria y para tomarle el pelo a cualquiera con arte y respeto…”
Perteneciente a la generación de Carlos Gomez, José Bocaranda, Julio Vásquez, Alfredo Panza (pico e’ guaca), Dilcio Algarra, entre otros simultáneos, cuyos faroles oftálmicos observaron la metamorfosis del pueblito de calles de tierras y casas de palma al Guasdualito de calles de alquitrán y tendidos eléctricos, o en mejor alusión: al cambio de traje del caserío macondiano. Referirse a este buen guasdualiteño ocuparía un difuso espacio, y quizás faltaría parte para tantas anécdotas sobre sus vivencias y ocurrencias. De carácter en extremo jovial, una de sus trascendentales virtudes seria la generosidad desmedida, acá una cita, para corroborarlo:
-Toco me da
pena decir en una cosa.
-Carajo
Domitila echa pa´ fuera.
-Bueno Toco,
es que tengo la muchachita enferma y no tengo pa´ comprar la medicina que le
mandaron en el dispensario.
-No seas boba Domitila, toma la medicina y después me la pagas.
Casos como el
anterior, en los que su corazón generoso lo llevaba por filantropía a hacer el
bien a su prójimo, le hicieron granjear el cariño y respeto de sus coterráneos,
a quienes en vida sirvió desinteresadamente. Primer farmaceuta nacido en
Guasdualito, egresado de la Universidad Central de Venezuela, y de la
Universidad Nacional de Bogotá, concordaba su carrera con la actividad
educativa (en el recordado paraninfo Liceo Libertador) y la actividad ganadera
como administrador en el hato La Miel, El Tambo y otras posesiones familiares, de
las que en su infancia y adolescencia salía con sus hermanos Pedro y Manuel en
burro y mula a vender en cantaras la producción láctea, atravesando fangosos
caminos en invierno. En la galantería de la vida repentinamente muere Toco Toco
dejando un profundo vacío familiar y sentida pesadumbre en el pueblo que quiso
y sirvió con adhesión y altruismo. Un busto en la Urbanización Francisco
Antonio Padilla lo consagra como un buen hijo de Guasdualito, digno de estar su
placa en El Salón de los Hijos Ilustres.
ALJER “CHINO” EREÙ.-.
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