Prensa. Infobae.
"Soy
caraqueño y desde niño venía a esta montaña y a este manantial a pasear con mi
familia. Si quería me bañaba en el río, era un domingo diferente. Sin salir de
la ciudad, sentía que estaba en el campo. Ahora, muchos años después, vengo
cada semana a buscar agua para poder surtir mi apartamento. Es un cargamento
pesado porque no tengo otra opción, no puedo comprar agua en envases o en
camiones como hace mucha gente. No tengo suficiente dinero".
Así
lo comenta a Infobae Ramón Colmenares, residente de Santa Mónica, localidad
clase media de esta capital. Asegura que su comunidad pasa días enteros sin el
líquido: "Caracas es una ciudad con lomas (montañas) y entiendo que no a
todos llegaba el agua pero los cortes de servicio eran programados. Sabíamos
cuando podíamos contar con el servicio y cuando no. Ahora esto es un
desastre".
Dice
que desde los mega apagones del mes de marzo, "casi no tenemos agua, creo
que no invirtieron (el gobierno) más en distribución de agua o luz, la estamos
pasando demasiado mal", se queja.
Como
lo hace Ramón, cientos de caraqueños llegan al Cerro Ávila a buscar agua de
manantial. Al borde de la emblemática avenida Boyacá, ciudadanos han habilitado
tomas clandestinas para poder surtirse.
"Con
pico y pala abrimos huecos y colocamos tubos y mangueras; nos pegamos a las
tomas el manantial", señala Rogelio, un hombre alto y fornido. Trabaja en
construcción, "pero como en este país no se levantó más nunca una casa, me
dedico a buscar y a vender agua. Lleno recipientes de 20 litros y los vendo en
mi barrio en 4 o 5 dólares, y hay quien los paga. Los monto en mi camioneta y
hago el reparto. Tardo un promedio de ocho minutos para llenar un botellón.
Claro que esto es un negocio para mí aun cuando muchos me critican porque cobro
en divisas o a su equivalente en bolívares. Aquí o corres o te encaramas",
advierte a Infobae este residente de San Agustín, un sector popular capitalino.
Una
mujer interviene en la charla. Dice: "Hemos negociado con la Policía
Nacional para que nos dejen estar acá cargando agua. No hacemos ruido o botamos
basura, la idea es que todos llevemos. Hay quien tiene carro pero a veces
caminamos o usamos bicicletas para movernos, sobre todos los que vivimos cerca
de El Ávila. No sé cómo hace la gente en otros sitios del país en donde la
sequía es peor".
En
la provincia…
Y no
solo en Caracas profieran los suministros poco convencionales. En estados como
Falcón y Zulia (occidente) la distribución de luz y agua sigue intermitente.
Para
Luis Urbano, residente en Paraguaná, Falcón: "Tenemos varios meses sin
agua y hemos resuelto a los golpes. Rompemos los tubos de agua que van hacia la
refinería de Pdvsa y hacia otros sitios. Pegamos una manguera y le ponemos
llave. Abrimos y cerramos el chorro según sea nuestra conveniencia. Los vecinos
estamos organizados no solo en mi sector, en muchos", dice vía telefónica
a Infobae.
Está
consciente de que no es la mejor forma de surtirse "pero ninguna autoridad
nos apoya y eso que en Falcón manda el madurismo. El gobernador Víctor Clark
dice que si la guerra económica, que si los gringos. Nosotros queremos agua y
queremos luz y que cambien las cosas con o sin los gringos. La última vez que
me bañé con regadera fue hace cinco meses cuando fui a Caracas a casa de mi
hermana. Vamos a seguir rompiendo tubos, acá hace demasiado calor para estar
como camellos en el desierto", dice.
Reportes
de la prensa del estado Zulia señalan que las autoridades abrieron una
investigación en varios sectores de Maracaibo, la capital. Se han reportado la
apertura de pozos clandestinos de agua en varias urbanizaciones de alto target.
El
deterioro en los servicios públicos en esta nación petrolera data de varios
años. Precisamente es la ausencia de inversiones en sectores como
infraestructura, acueductos, alcantarillado y electricidad merman la calidad de
vida del venezolano.
Una
investigación de la ONG Transparencia Venezuela, de fines de 2018, sobre el
trabajo de 567 empresas estatales, advierte que solo el 18 % de la población
venezolana tiene acceso al servicio de agua potable de calidad.
Uno
de sus autores, el ingeniero Norberto Bausson, dice que sólo 55% de la
infraestructura de suministro de agua potable en Venezuela está operativa.
"No se están cumpliendo las metas de que cada venezolano debe tener acceso
a 50 litros de agua diariamente por las vías regulares".
Denunció
que los métodos no convencionales de suministro de agua "no garantiza la
salubridad, hay que evitar que la gente obtenga agua sin la calidad potable
requerida".
Aseguró
que un plan de recuperación el servicio requiere continuidad, calidad y
equidad, factores que no se están cumpliendo en la actualidad, según su
criterio. Añadió que los continuos cortes de luz afectan directamente a los
canales de distribución de agua. "Unos 20 millones de venezolanos no
pueden tener agua si no hay sistema eléctrico", denunció.
Otro
grupo de ingenieros, nucleados en el grupo Orinoco, trabaja en una propuesta de
recuperación y saneamiento de embalses en Venezuela. "Estamos ante un caso
excepcional nunca visto en el país y hay que actuar", declaró a la prensa
local José María de Viana, ex presidente de Hidrocapital en la década de los
90.
Uno
de los énfasis en el trabajo será el de potabilizar el agua, "el sistema
nacional de producción de gas-cloro, de cal viva y de sulfato de aluminio;
insumos fundamentales para convertir agua cruda en agua potable se paralizó.
Este es el reto, recuperarlo".
En
tal sentido, la propuesta de un grupo de profesionales de diversas áreas se
centra en desarrollar "La ruta del agua", un proyecto de recuperación
del sistema de distribución del líquido en el país.
De
hecho, la embajada de Gran Bretaña en Venezuela prometió la donación de dos
millones de dólares para sanear algunos embalses de Caracas, en el marco de la
propuesta de ayuda humanitaria al pueblo de Venezuela. Hasta el presente, la
propuesta no ha sido materializada.